Ser Voluntario eficaz, exige ausencia de individualismos, destierro de todo tipo de estrellato o apetencia de relumbrar y constancia, además de la generosidad que se supone. A un voluntario sólo se le pide lo que puede dar, – que generalmente es tiempo -, y eficacia. Se es eficaz: haciendo aquello que – quienes entienden, organizan y dirigen -, determinan, tratando de aprender un poco cada día en la tarea encomendada para, cada vez, realizarla mejor.
En definitiva: ser Voluntario es poner en juego dos palabras: poder y querer. El resto viene solo a las manos: el saber cómo hacer, dónde hacer, a quién hacer, ya que cada Asociación, ONG o como quiera que se denomine, antes de poner a sus Voluntarios delante de situaciones en las que tiene que intervenir, les enseña para que no tengan dificultades en la actividad.
Siempre habrá personas necesitadas esperando nuestra ayuda, aunque no sea más que en forma de sonrisa.
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